Hija de madre aymara y padre quechua, al acercarse al ámbito universitario Elvira Espejo Ayca se topó de frente con las distancias entre las producciones académicas sobre el arte del tejido y las comunidades de origen de esos conocimientos. A partir de allí, sus investigaciones se proponen recuperar estos saberes a partir del trabajo colectivo con más de 900 tejedoras de distintas comunidades originarias en Bolivia. Además, como directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore de La Paz, reclama la necesidad de espacios que reivindiquen y visibilicen aquellas culturas relegadas históricamente a la categoría de lo “exótico”.
Por Natalia Saldívar Halac*
Fotografía: Julia Barnes
Elvira Espejo Ayca fue criada en la comunidad de Qaqachaka, en la región de Oruro en Bolivia. El tejido, motivo principal de sus investigaciones actuales, aparece en su vida como una herencia de las abuelas de su comunidad. Tuvo sus primeros acercamientos con éste alrededor de los seis años, mientras escuchaba las narraciones y cuentos de su abuelo. Al día de hoy, estas dos artes, tejido y narración, sobreviven como prácticas activas en su vida.
Elvira estudió artes plásticas en la Academia Nacional de Bellas Artes de La Paz, encontrándose con un universo de desarrollo teórico con poco margen para otras formas de aproximación al conocimiento que no se contuvieran dentro las líneas académicas. Más adelante, la incongruencia entre los desarrollos de las tejedoras de su comunidad y los registros etnográficos y arqueológicos que aparecían en los textos de estudio, se convertirían en uno de los disparadores para sus investigaciones.
En la actualidad Elvira, se dedica a la investigación y a la producción de textiles, así como a la escritura tanto de narraciones de la tradición de su comunidad como de textos académicos. Además, es directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF) en La Paz.
Este año, la investigadora boliviana visitó la ciudad de Córdoba en el marco del III Conversatorio Internacional sobre Tecnoestéticas y Sensorium contemporáneo: arte/literatura/diseño/tecnologías, que se realizó en marzo pasado en el Centro de Producción e Investigación en Artes (CePIA) como instancia de intercambio sobre las nuevas formas de producir sensibilidades y lenguaje a partir de la tecnología. Allí, Elvira Espejo Ayca brindó la conferencia El lenguaje del textil, donde compartió sus estudios sobre el arte del tejido a partir del trabajo con más de 900 mujeres tejedoras de distintas comunidades aymaras y quechuas de Bolivia.
Tirar del hilo: el origen de las preguntas
Cuando Elvira vuelve a su comunidad después de su paso por la universidad, las tejedoras le preguntan por sus estudios y ella decide traducir al aymara algunos textos académicos sobre textil. El contacto con los escritos no sucede sin tensión. Los textos que acerca Elvira, basados en una observación etnográfica llevada a cabo por investigadores no pertenecientes a la comunidad y teñidos de academicismos, generan fricciones con la manera de entender y sentir la producción de textiles por quienes la practican. La perspectiva de las tejedoras se podría resumir en la frase de una de ellas: “Ella no hace, ella no teje, ella no siente. Solo describe.”
La artista reflexiona al respecto y plantea que la mayoría de estas producciones teóricas están pensadas para el consumo de círculos intelectuales, y por lo tanto no consideran la posibilidad de una retroalimentación con la comunidad de origen de estos conocimientos. La distancia se evidencia tanto en la elección del lenguaje y la terminología, como en las decisiones de clasificación. Así es como prácticas propias de una cultura se extrapolan y se alejan de su origen. De esta manera se abstraen a un nivel teórico que termina perdiéndose de una perspectiva local, situada y consciente de la percepción de estos conocimientos al interior de la comunidad que los genera.
Ante este encuentro y las preguntas que trae, Elvira se propone rastrear, recuperar y sistematizar el arte del tejido, a partir del contacto con quienes mantienen viva esta tradición. Comienza a generar un mapeo del conocimiento generacional y cultural alrededor de la práctica textil, compartiendo en espacios de taller con más de 900 mujeres tejedoras de distintas comunidades aymaras y quechuas en todo el territorio boliviano.
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Volver sobre la trama: experiencias en talleres textiles
Pensar la producción de textiles dentro de los pueblos originarios implica mucho más que un estudio de la técnica: acercarse al conocimiento que vive en los cuerpos de las mujeres tejedoras demanda un relevamiento de la totalidad del proceso productivo, las formas de nombrar, las maneras de relacionarse con los hilados y la pedagogía alrededor de la práctica.
El proyecto de Elvira contempla un relevamiento integral de todas las dimensiones de la práctica textil, a través de los saberes rescatados de las diversas comunidades originarias en Bolivia. A partir de esto, se generan talleres que se nutren de cada espacio y experiencia. Se abarca el proceso de producción desde la crianza de ganado, pasando por la selección de hilos y la tintura de éstos hasta llegar a la labor del tejido.
Una de las tareas con que se encuentra el proyecto es la recuperación del lenguaje en torno a lo textil: existen aún términos específicos que no tienen traducción y cuya riqueza connotacional se pierde al momento del registro en otros idiomas. Algunas de las palabras que existen en aymara para particularidades técnicas e instrumentales permanecen vivas en la tradición oral de los pueblos, mientras que otras pueden ser rescatadas de objetos arqueológicos y contrastadas con la terminología actual. Se hace evidente que para una recuperación y clasificación consciente de los textiles es necesario desenterrar el lenguaje de los hilos y las tramas.
Otro punto que requirió particular atención, fue el hecho de que los catálogos textiles planteados dentro de la bibliografía académica generalmente se enfocan en la iconografía antes que en la complejidad técnica de la pieza como criterio de clasificación. A partir del vínculo generado con las tejedoras, queda claro que la iconografía es secundaria a la hora de diseñar un textil. Las combinaciones de urdimbre y trama son el foco al momento de producir, así como lo que diferencia un tejido del otro y lo que determina el nivel de maestría de la tejedora. Se vuelve necesario dentro del proceso reivindicar la técnica y su complejidad por encima de la apreciación estética de los diseños.
Todas estas consideraciones son producto de un trabajo colectivo con mujeres tejedoras. Cada una, a partir de la propia experiencia y de la interpretación de la tradición oral alrededor del textil, aporta con saberes específicos que ayudan a reconstruir esta red de conocimiento. El proyecto deja traslucir lo importante de situarse dentro del universo lingüístico y creativo de los pueblos productores de tejidos, para lograr reconstruir las formas de relacionarse con la práctica más allá de una percepción puramente mecanicista o estética de la actividad. Cada eslabón de la cadena productiva está cargada de creencias, ceremonias y simbologías propias de la cosmovisión de cada pueblo y condicionada por las circunstancias políticas, sociales e incluso climáticas de la producción. Solo desde adentro se puede generar una esquematización respetuosa de las particularidades de las formas, los tiempos y los roles que cada individuo cumple dentro de la cadena textil.
Sawu 3D: tejidos virtuales
Como parte de su proceso de investigación, Elvira Espejo desarrolló un programa de computación que a partir de la sistematización de la información recopilada, es capaz de generar diseños textiles automáticamente. El programa permite elegir entre las diversas tramas para producir simulaciones virtuales de tejidos, eligiendo incluso su iconografía y el color.
Esto es posible ya que toda la complejidad de los patrones textiles puede descomponerse en fórmulas matemáticas y de esta manera ser procesados por una computadora. La variedad de entramados, combinaciones de hilos y posibilidades cromáticas son contenidas en una base de datos de la cual el usuario puede hacer uso para diseñar tejidos. La aplicación del programa actualmente está orientada a facilitar el estudio de textiles, ya que permite una visualización gráfica tridimensional de todas las clases de tejido. Con la opción de acercar, alejar y hacer un recorrido en todas las dimensiones de la simulación, se facilita el entendimiento de la técnica textil en cada caso particular.
Visibilizar las formas: qué y cómo mostrar
Como directora del Museo de Etnografía y Folklore de La Paz, Elvira está en contacto permanente con otra de las problemáticas que derivan de la investigación etnográfica y arqueológica de la producción textil indígena. Las formas en que se deciden mostrar tejidos en los museos alrededor del mundo, dice Elvira, están completamente europeizadas. En muchos casos las decisiones curatoriales no toman en cuenta la manera particular que tiene la comunidad de leer sus propias producciones y los sentidos que se les atribuyen.
Por ejemplo, apoyar un tejido en una mesa y protegerlo con un cristal impide una aproximación a todas sus dimensiones, invisibilizando una de sus caras y obstaculizando la experiencia táctil. La alternativa a esto, propuesta como parte de una exhibición de textiles por el equipo curatorial del MUSEF, es exhibir los tejidos como dispositivos colgantes alrededor de los cuales se pueda circular para leer todos sus lados y tener una apreciación sensible de su densidad material. De esta forma, Elvira Espejo propone una museificación de objetos etnográficos que sea consciente y que no importe formas extranjeras, sino que se mantenga en estrecha relación con los circuitos de producción, las formas perceptivas y las sensibilidades de su lugar de origen.
Se debate además en torno a la idea de belleza como criterio de selección, que en su opinión termina nublando y anulando otras dimensiones no-estéticas de sentido contenidas en los objetos exhibidos. Por esto, plantea la importancia de utilizar el museo como una herramienta de reconstrucción, visibilización y reivindicación cultural en vez de solo como un espacio de espectacularización de culturas relegadas históricamente a la categoría de lo “exótico”. Reconocer y hacer conscientes los conocimientos de los pueblos originarios, integrandolos a las formas museográficas y los procesos de investigación, permite generar nuevas, más ricas e inclusivas aproximaciones a su cultura material.
Tejer para entender: comunidad y conocimiento
Todas las producciones y descubrimientos a partir de las experiencias de taller, el estudio de piezas arqueológicas y la sistematización de los saberes tienen como resultado que exista hoy un mapa textil coherente y en estrecha relación con sus lugares de origen. La integración de las productoras textiles a la investigación tiene como resultado un entendimiento mucho más integral de todas las capas de sentido con que están cargadas sus prácticas. Describir y clasificar desde adentro, desde la consciencia y el respeto de otras formas de entender y producir de los pueblos originarios permite profundizar en sus conocimientos. La colectividad desde la cual fue generada la investigación asegura pluralidad y dinamismo además de reafirmar la práctica textil como una tradición viva en la particularidad de cada tejedora.
El trabajo de Elvira Espejo se sirve de hilos diversos y disímiles, que se entretejen para dar cuerpo a procesos de investigación y producción híbridos que rompen con las tramas cerradas del espacio académico. La artista se implica a sí misma y a la tradición de su comunidad para visibilizar otras formas de producir conocimiento y abrir espacios de reivindicación para las culturas originarias.
*Estudiante de la carrera Licenciatura en Artes Visuales e integrante del Equipo de Comunicación del CePIA, Facultad de Artes UNC