Cada sábado, en una biblioteca popular de barrio Ituzaingó, un grupo de niñxs y jóvenes dan vida a nuevxs superhéroes y superheroínas capaces de enfrentar los problemas de su comunidad. Se trata de un taller impulsado por un proyecto de extensión de la Facultad de Artes de la UNC, que a partir de deconstruir estos íconos de la cultura pop invita a lxs chicxs a crear personajes e historias basados en su realidad local mediante la animación.
Por Nicolás Aravena* y Pablo Caccia**
Fotografía: Nicolás Aravena
Desde mayo, todos los sábados, poco después de la hora de la siesta, un grupo de niñxs y jóvenes se reúnen en su barrio, para jugar, crear, reír y convertirse en héroes y heroínas, desafiando la propia lógica de estos personajes a través del aprender haciendo. Se trata del taller Superhéroes y superheroínas para desarmar y reinventar que se realiza en la Biblioteca Popular de la Mutual Unidad, de barrio Ituzaingó. Desde UN RATO charlamos con una de sus coordinadoras, Ximena Triquell, quien nos contó la naturaleza del proyecto y la idea extensionista que lo sustenta.
Pequeñxs y fuertes
Cuando pensamos en la imagen de superhéroes, evocamos un imaginario popular que ha sido ampliamente moldeado por la cultura pop, específicamente la estadounidense. Esta construcción comienza tempranamente en nuestras infancias, etapa de la vida en que absorbemos referencias y modelos de conducta para ir forjando nuestra personalidad. Todxs queremos estar del lado correcto, la pedagogía filosófica del camino del heroísmo nos pone en ese lugar: gentileza, honradez, sacrificio, empatía, bondad son las características virtuosas y propias del sentir de un héroe.
Desde esa lógica, es razonable querer ser un Capitán América o un Superman cuando se es niñx, pero no sólo por los fines que esos personajes persiguen, sino también porque simplemente son geniales. Un súper héroe tiene las habilidades, fuerzas y destrezas que todo niñx quisiera mostrarle al mundo, especialmente porque el mundo se rige por un adultocentrismo en el que lxs niñxs siempre quedan en segundo plano cuando quieren dar sus opiniones o mostrar sus capacidades.
Las características de la personalidad que se atribuye a estos personajes y el conjunto de valores que condensan contradicen en muchos aspectos la experiencia vital de ser niñx. Aspectos tradicionalmente vinculados a la masculinidad son elevados a lugares de alta estimación, en particular la fuerza física, en detrimento de características relegadas a un segundo plano y habitualmente atribuidas a las mujeres, como la sensibilidad, la emoción, la empatía. El superhéroe, y por extensión, la superheroína, son seres racionales, sin debilidades físicas ni distorsiones emotivas. Sus causas son siempre justas y, por lo tanto, habilitan una violencia que tiene sólo consecuencias positivas.
Por todo esto, la reflexión sobre la imagen de héroes y heroínas resulta productiva para abordar la cotidianeidad de niñxs y adolescentes, en contextos urbanos atravesados por diversas problemáticas económicas y sociales, y la construcción de nuevas formas de sociabilidad. Sin embargo, estas figuras que el mundo yankee nos presenta, aunque han marcado pautas generacionales al punto de ser íconos, no dejan de ser ajenas a muchas realidades locales, y es en ese marco donde se hace necesario un descubrimiento reflexivo que permita dar una vuelta de tuerca a estos personajes.
Es esta tarea de deconstrucción la que, por medio de la curiosidad hilarante propia de la infancia, se lleva a cabo con constancia y cariño en la Biblioteca Popular de la Mutual Unidad del Barrio Ituzaingó, dentro del taller La Ronda. Los sábados a la tarde el equipo del proyecto, anclado en la Secretaría de Extensión de la Facultad de Artes de la UNC y el Programa de Apoyo a las Bibliotecas Populares, comienza su propio recorrido para despertar a superhéroes y superheroínas aún pequeñxs, pero fuertes. Ximena Triquell, docente de la Facultad de Artes y una de las gestoras de la iniciativa nos cuenta cómo nació esta idea particular.
El carácter transformador del arte
“Venimos trabajando desde el 2015 con distintas organizaciones barriales, que tienen interés en formar bibliotecas populares, lo cual se da justamente en el marco del Programa de Apoyo para Bibliotecas Populares. En el momento que surge la convocatoria de artes para proyectos de extensión, una biblioteca ya nos había pedido organizar un trabajo en el barrio con algunos niñxs y adolescentes”, cuenta Ximena.
La idea surge de una demanda de la Mutual para generar alguna actividad o taller desde donde se pudiesen encarar cuestiones referidas a la violencia entre pares y de género, “siempre con la idea de que esa problemática es algo que debe tratarse desde los primeros años, tempranamente, a fin de evitar situaciones dramáticas en la adolescencia y la adultez”, aclara la docente.
De esta forma, el equipo decidió armar este taller cuya esencia consiste en “desarmar la figura tradicional de los superhéroes que, por lo general, está asociada a la violencia, a la fuerza física, tratando de reconsiderar las formas de la heroicidad. Por eso se llama Superhéroes y superheroínas para desarmar y reinventar”.
Las actividades son de una dinámica variable, y el equipo trabaja directamente en el territorio con un grupo aproximado de entre 10 niñxs. “Desde mayo, que es cuando surge el proyecto, hemos estado trabajando con construir el grupo, conocernos”, cuenta Ximena. El taller no es un espacio que viene a reemplazar a la escuela, sino que busca propiciar una forma distinta de relación entre lxs chicxs: la distensión y el juego son algo fundamental, por lo que dentro de las actividades hay espacios para la recreación y también hay un corte para tomar la merienda.
El eje del trabajo pasa por poner a lxs chicxs a pensar y crear modelos alternativos de heroicidad, contextualizados en su realidad cotidiana. Un primer punto pasa por reconocer qué cosas les preocupan, qué problemas propios y de la comunidad les afectan y, a partir de allí, reconstruir qué características debería tener un superhéroe o superheroína que pudiera darles solución: quién sería ese personaje y qué superpoderes debería tener. Luego se los invita a pensar una historia con la figura creada, para, finalmente, llevarla a la pantalla mediante técnicas de animación y stop-motion.
En cuanto a la producción audiovisual el proyecto ha convocado a diferentes referentes locales:. “Hemos estado trabajando en una introducción a lo que es la animación, participó la gente del ANIMA (Festival Internacional de Animación de Córdoba) para un taller de juguetes ópticos, para que los chicos vieran cómo surgen las nociones de animación. En el último encuentro fue la gente de Veo Veo de la Facultad de Comunicación (de la UNC), para explicar técnicas de stop motion, ya que a partir de este segundo cuatrimestre queremos trabajar con esa técnica para la realización de las propias historias de lxs niñxs sobre héroes y heroínas relacionados a su realidad cotidiana, como profesoras, gente del barrio”
El superpoder de la extensión
La incorporación de herramientas artísticas para el trabajo en el taller habilita diversas posibilidades. Sin embargo, desde la mirada extensionista en que se propone anclar la iniciativa, resulta necesario reflexionar sobre cómo se piensan las prácticas artísticas en este tipo de proyectos. En este sentido, desde el equipo señalan que resulta fácil caer en una mirada instrumental del arte, donde, por ejemplo, este tipo de actividades serviría “para que los chicos no anden en la calle”, o la idea de que “los contenidos se transmiten más fácil con una película o una canción”.
¿Pero qué significa una incorporación no instrumentalizada del arte y qué implicancias tendría? Al respecto, Ximena Triquell reflexiona: “Creo que esa pregunta no sólo tiene relación con poner el acento en los procesos para producir algo concreto, sino también con qué creemos que es el arte en un sentido más primario, más general; el arte del taller de guitarra de la esquina, no de un pibe que va a ser guitarrista, sino del pibe que puede tocar la guitarra a la tarde en su casa y sobrevivir a la adolescencia; el arte de la señora que cuando se jubiló pudo por fin dedicarse a pintar, no un arte para la exhibición… Ahora, esto no quiere decir que no tenga que tener calidad. No es solamente sacar a los chicos de la calle, es darles un espacio para construir una sensibilidad, para desarrollarla y para relacionarse con otros desde el lugar de lo sensible, de esa parte de lo humano que no pasa por las condiciones materiales de la existencia pero que también es vital”.
En definitiva, se trata del arte como dimensión humana que nos re-vincula con nosotros mismos, con el mundo que nos rodea y con las personas que nos acompañan en nuestra experiencia vital. Un modo de ser y de estar que se niega a ser empobrecido por fines meramente instrumentales, y donde el sentido de las cosas esté siempre abierto y por construir. El arte como sensibilidad que nos permita, por ejemplo, concebir superpoderes como el amor, la empatía, la solidaridad y la ternura.
*Licenciado en Cine y Televisión del Departamento de Cine, Facultad de Artes, UNC.
**Licenciado en Comunicación Social, Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC, trabajador de la Facultad de Artes UNC