Federico Sammartino*
La escena musical cordobesa se suma a los cambios que la web está generando a la hora de hacer y disfrutar del arte y la cultura. Ninfas, Rack y Rinco son ejemplos de ello: los tres grupos han editado su primer disco este año y, además de ofrecerlo en formato físico, también puede escucharse en plataformas online. Compartimos una crítica de estas nuevas ediciones discográficas, que con sus letras bien trabajadas y su alto nivel de producción artística hacen pensar a los oídos.
Ninfas, Ninfas (independiente)
2017 – 19:11
Rack, Duermen, Ven (independiente)
2017 – 52:25
Rinco, Adolescente (So-High Records)
2017 – 29:08
Las plataformas online para escuchar música han cambiado algunos hábitos, al menos en mi caso. Por ejemplo, renegar del fetichismo por el objeto “disco”. Durante mi mudanza reciente, al momento de desembalar las cajas con mis más de 700 CDs tomé la decisión de donar y regalar la inmensa mayoría de ellos: casi ni los escucho, no tengo donde ponerlos y todo ese catálogo está en los “black mirror” que pululan por casa. No obstante, un hábito que aún mantengo es el de escuchar discos enteros. No creo que me sume a la costumbre contemporánea de escuchar playlists sin criterio o dejar que YouTube elija por mí. Además, algunas plataformas nos ofrecen millones de discos por sumas irrisorias.
La escena musical cordobesa no es ajena a estos nuevos hábitos. De hecho, buena parte de las ediciones discográficas de este año se encuentran a unos cuantos gestos de los dedos en la pantalla del celular. Solo basta repasar en el portal “Redacción 351” el catálogo invalorable de ediciones discográficas del 2017, curado por Pablo Arietti, para toparnos en la web con una producción discográfica “made in Córdoba” inmensa, sólo en lo que va del año (http://redaccion351.com/destacados/musica-de-cordoba-2017-los-estados/).
En el recorte que sigue me detendré en tres grupos que han editado su primer disco en estos últimos meses: Ninfas, Rack y Rinco.
Los tres grupos son un buenos ejemplos de la escena joven y con ganas de bailar, y tienen una agenda de presentaciones en vivo muy nutrida, ya sea en nuestra ciudad como en localidades cercanas. Una característica común a los tres discos es el alto nivel de producción. Tanto el trabajo en el estudio de mezcla y masterización, como la producción artística y los arreglos, dan como resultado discos muy disfrutables, que transmiten la fuerza del vivo y que vehiculizan agradablemente las letras. El resultado musical es muy estimulante y hace pensar a los oídos.
Otra característica común es que no contaron con el auspicio del Estado. Para la jerga de moda se trataría de “emprendedores”, eufemismo para decirle a los grupos que se las arreglen como puedan porque al dinero hay que emplearlo en otras cosas y no en la cultura. Esta observación no sólo le cabe a la edición discográfica, sino al apoyo real y comprometido a salas, festivales o circuitos que dan vida cultural a la ciudad. Si no, todo se queda en un apoyo meramente testimonial. La Municipalidad de Córdoba, por ejemplo, destinó sólo $159.000 al programa de Apoyo a la Edición Musical 2017; un monto irrisorio si se tienen en cuenta los costos que deben afrontar los/as músicos/as y los recursos que el gobierno destina a otras áreas.
Empecemos con Adolescente, el disco debut de Rinco. Siguiendo la senda de la tradición popera argenta del buen gusto -Virus, el primer Soda- en Adolescente se destaca el sobrevuelo de una voz etérea -con algún efecto que la distorsiona- por encima de una base sólida y que alterna con los aportes precisos de la línea melodiosa de los solos de guitarra. Aunque los últimos tracks desentonan un poco, el resultado general nos trae reminiscencias de la banda neoyorquina de indie rock Vampire Weekend.
Las letras de Rinco son un signo de estos tiempos: esa cosa de cadáver exquisito, que no termina siéndolo, de la prosa wasapera, atraviesa las diez canciones del disco. Versos como “discutir sin objeto / es una extraña manera de amar / para verme / reciclando maneras que no dan (…) y no pasa nada / el cielo no se cae aún / y el agua del mar no hierve / no veo asteroides / acá no es el final de nada”, de la canción “Deprisa” son una muestra de cierta ironía que destilan los temas del disco: aunque se llame Adolescente, también interpela al grupete de los post-treintas. Un consejo: poner “Simple”, la joyita del disco, un viernes al atardecer y hacerle caso al mantra de “para bailar al paso / me quemaré la punta de la cabeza”.
Los primeros treinta y cinco segundos de Duermen, Ven de Rack resumen lo que nos espera en las once canciones del disco: un viaje a través del tiempo y el espacio. En “El tiro del Gavión”, track que abre el disco, a la soledad de la guitarra del inicio se le suma un bajo que nos lleva a la Inglaterra pos-Dark side of the Moon, ese tiempo y lugar donde cocinaban rebeldía los inmigrantes jamaiquinos junto a británicos desencantados. Cuando se suman saxo, trompeta, teclados y batería, los Rack nos sitúan en la Argentina de los ‘80 y el sonido característico del reggae que patentaron Los Abuelos de la Nada y Sumo. Este ir y venir no es caótico, sino que sigue el patrón de acumulación en una dosis justa de climas que estallan en el momento indicado. En la canción “Dime quién soy”, casi que ponen en palabras lo anterior: “ayer me bajé / de un viejo casette / del ‘80 / sé cómo eso que / siempre se escuchó / tan grande”. Mientras, el viaje comienza en Duke Ellington, se mueve al ska de The Specials, toca el puerto de la fiesta de los Auténticos Decadentes, pasando por un solo de vientos a lo Dancing Mood, y de fondo suena un teclado tomado de Las Pelotas.
Las letras de Rack, que a veces se pierden en medio de una reverberancia un poco sobrecargada, repiten la prosa wasapera que mencioné para Rinco -aunque no tan logradas-. Sin embargo, el clima es un poco más denso. Por ejemplo, “Vestidos” se mueve en ese clima perturbador entre Los Redondos y Los Visitantes (“Los árboles la esperan / Vestidos que no vuelven a su ajuar / los perderá en el viento / los dejará fundirse en el mar”). Para el final: tomarse el trabajo de escuchar con atención las dos partes en que se divide el disco, la de Duermen y la de Ven. Si se quiere, una reminiscencia a las dos caras del viejo LP.
Para el caso de Ninfas, sugiero que una vez se hayan escuchado los cuatro temas del EP, se destine un buen tiempo a completar el checklist de lo que se espera del acompañamiento a la voz. Particularmente, de la sección de bronces. Acompañar la letra, hecho; llevarnos al éxtasis, hecho; hacernos mover la cadera, hecho; destacar el momento justo para hacerle ojitos al chico/a del frente, hecho. El trabajo de arreglos, ensayo y mezcla de Ninfas está unos puntos por encima del resto de los discos aquí reseñados. Es realmente notable lo que logran con sus instrumentos estas once mujeres, dándonos una razón para seguir convencidos de que el amor, cuando es cantado desde adentro, ayuda a mover al mundo. Si no, prestar atención a la llegada del estribillo de “Perdón”: a la tensión a punto del llanto que se acumula (“Y es que el amor mío / pide, pide tu perdón”), le sigue una descarga a pura taquicardia de bronces (“Sí / tú sabes que te quiero / con todo el corazón / con todo el corazón / con todo el corazón / que tú eres el anhelo / de mi única ilusión”).
En las letras, estas mujeres se desvían del sendero wasapero. En su lugar, toman la forma clásica de la lírica cumbiera, bolerística y salsera (el uso del voseo está ausente, por ejemplo), pero el contenido busca interpelar y alertar sobre el comportamiento de nuestra sociedad patriarcal, como en “Amanda”: “Y cuando voy por la calle / todo el barrio se comenta / que me importan los rumores / si mi vida es una fiesta (…) Para quien le guste / y al que no le guste también”.
Mientras me acomodo en el sillón de mi casa nueva, ya libre de cajas y embalajes, y toqueteo la pantalla para engullir la ensalada de géneros de la escena cordobesa, me pregunto, ¿vale la pena apostar e invertir en los discos físicos si están a un click de distancia en todo momento y lugar?
*Docente del Departamento de Música y subsecretario de Extensión de la Facultad de Artes, UNC.