“Hay que radicalizar la lucha democrática por la universidad como bien común”

En el marco de las disertaciones de la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) 2018, el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos planteó que el neoliberalismo busca transformar la educación superior en mercancía. Frente a ello, propuso una nueva epistemología y sostuvo como  indispensable que exista una transformación radical de las universidades, una que permita valorar y recuperar los saberes de las comunidades. Además, destacó que en el contexto actual la extensión y la autonomía se vuelven más importantes que nunca.

 

La Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) 2018 fue una reunión clave para debatir el futuro de la universidad pública en América Latina. Se realizó desde el 11 hasta el 15 de junio en la ciudad de Córdoba, Argentina, y convocó a más de cinco mil personas. La conferencia de apertura de este importante encuentro estuvo a cargo de Boaventura de Sousa Santos, doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale, catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra y director del Centro de Estudios Sociales de esa misma universidad. El reconocido sociólogo portugués, que además ha recibido el título de doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Córdoba, brindó claves fundamentales para pensar la situación de las universidades en el actual contexto global y los desafíos a enfrentar desde nuestras instituciones a 100 años de la Reforma Universitaria de 1918 y a 50 de la revuelta de mayo del ´68.

La conferencia de apertura de la CRES convocó a miles de personas en el marco del debate sobre el futuro de la universidad pública en América Latina. Fotografía: Lucía Maina Waisman.

De Sousa Santos remarcó que para conmemorar a los estudiantes del ´18 en este centenario es necesario pensar en el actual contexto social, del mismo modo en que los reformistas lo hicieron en su tiempo, para proponer una verdadera transformación en las universidades del continente. “Hoy en día es muy importante que sepamos en contra de qué estamos. Tenemos que ir a la raíz de los movimientos para pensar cómo estamos hoy posicionados en nuestras luchas”, señaló. Asimismo, agregó que muchas veces estos movimientos de ruptura son descontextualizados en el presente y que el derecho de todxs a la educación universitaria fue el avance y legado más importante que nos dejó la Reforma y al que no podemos renunciar.

En relación a las dificultades del contexto actual, declaró: “Hoy vivimos la primacía de los derechos de los mercados por sobre todos los derechos humanos. La universidad ha sido un punto de resistencia a esto, y en esa medida es un blanco para el neoliberalismo, que lo que quiere es que el derecho del mercado tenga primacía también dentro de la universidad”. Además, advirtió que “si dejamos que todo el conocimiento tenga que tener un valor de mercado, entonces no hay futuro para la universidad”. Para él, la idea que se expresa hoy desde el poder, la idea de que una universidad es “sustentable” cuando se financia a sí misma, implica pensar que la universidad se ha transformado en una empresa y, por ello, es en realidad una universidad insustentable como bien común.

“Capitalismo universitario”

De Sousa Santos destacó que para recordar el movimiento estudiantil del 18’ es necesario pensar en el actual contexto social para buscar una verdadera transformación en las universidades del continente. Fotografía: Lucía Maina Waisman.

La universidad pública, manifestó De Sousa Santos, es hoy “un lugar de turbulencia y de perturbación social”. Es una víctima de ataques que se observan, por ejemplo, en los recortes presupuestarios y que se relacionan con que estamos en un ciclo global conservador y reaccionario, controlado por el neoliberalismo, con el dominio total del capital financiero sobre otras formas de capital. En ese marco, llamó “capitalismo universitario” al modelo que el neoliberalismo actual está intentado imponer y que se relaciona con los intentos de privatización de la universidad y con “la idea de que la universidad no solo tiene que producir cualificaciones para el mercado sino que ella misma debe ser un mercado, y para ello debe ser gobernada como una empresa”.

En este marco, agregó: “El neoliberalismo está siendo en este momento epistemológico, quiere decir que es una política sin alternativas. Y si no hay alternativas no hay política. Por eso, muchas de las medidas en contra de la universidad pública no parecen políticas, son recortes financieros. Pero lo que está detrás es esta idea de que la universidad puede ser un fermento de alternativas y resistencias”.

Según el sociólogo, la universidad no es buena para el neoliberalismo que domina nuestra época porque se trata de un centro de producción de conocimiento libre, independiente y crítico, que además ofrece la posibilidad de cuestionar al pasado para analizar el presente, con vistas a un futuro mejor frente a un presente eterno y una sociedad sin recuerdo que busca imponerse. A ello se suma su rol en la creación de un proyecto nacional y, en todo caso, una internacionalización solidaria, que se opone a “lo que quiere el capitalismo universitario, que es un internacionalismo de franquicia, donde todo el mundo pueda comprar productos académicos, reconocidos como mercancía”. Por todo esto, añadió, actualmente nos encontramos en una encrucijada, ya que frente a este “capitalismo universitario” existe un “movimiento desde abajo que quiere que la universidad sea un bien común”.

Ante esta intención de instalar a las universidades como mercancía, advierte De Sousa Santos, es que aparece la medición cuantitativa -los rankings-, condición necesaria para la “transacción de ese producto universitario”.  “Imaginemos lo que queda por fuera del ranking de las universidades, cosas como las relaciones entre estudiantes, la solidaridad y el aprendizaje político, social, cultural entre estudiantes y profesores, las fiestas, todo lo que pasa en las universidades y que es fundamental para socializar a las generaciones”, dijo. En relación a esto puso como ejemplo de aquello que estos rankings no contemplan a la creatividad, el arte y, en particular, el proyecto de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, que minutos antes se había presentado en el acto inaugural de la CRES.

Durante su conferencia, el intelectual también hizo hincapié en la crisis que atraviesan las ciencias sociales y humanas en las universidades de todo el mundo. Esto, indicó, “parte de la idea de que el único conocimiento que tiene valor es el que tiene valor de mercado, y eso a mi juicio es lo que va a matar a la universidad en el largo plazo».

Pluriversidad y diálogo de saberes

Uno de los temas abordados en la CRES fue el buen vivir, filosofía de los pueblos originarios que plantea un conocimiento, una cultura y una perspectiva diferente al sistema capitalista dominante. Fotografía: CRES

Ante este panorama, De Sousa Santos planteó a lxs asistentes de la CRES que no solo se trata de que la universidad defienda lo logrado, sino -y especialmente- de que rompa sus propios límites y de “radicalizar la lucha democrática por el derecho a la universidad y por la universidad como bien común”. Para ello, señaló que es necesario una nueva epistemología, una reinterpretación del mundo para poder transformarlo. Consideró que hoy existe una triple dominación basada en el capitalismo, el colonialismo y el heteropatriarcado: “Cuanto más agresivo es el capitalismo, más necesita de racismo, de colonialismo y de patriarcado. Es por eso que la lucha tiene que ser integrada”. En este contexto, “la universidad puede ser un campo donde pensar cómo articular la resistencia”. De ahí que, para ello, sea necesaria una ruptura epistemológica, otra manera de pensar.

“El conocimiento científico -que es precioso, es muy importante- no es el único. Hay otros conocimientos, otras sabidurías, vernáculas, de los pueblos indígenas, de los hombres y las mujeres populares, urbanas, rurales. Hay una diversidad enorme de conocimiento que se quedó por fuera de la universidad, y esto se debe a la imitación de la universidad latinoamericana de todo este predominio de la ciencia, en un continente donde había tanto conocimiento que existía fuera de la universidad. Pero la universidad no lo tuvo en cuenta porque no se descolonizó, y por eso sus contenidos y sus ciencias sociales son colonizadores, porque son la historia de los vencedores, nunca la historia contada por los vencidos. Por eso la universidad, para ser una resistencia, para defenderse como bien público y común extremadamente poderoso tiene que ser una resistencia en su contra, una autocrítica profunda”, sostuvo.

En este sentido, el doctor honoris causa remarcó su teoría fundamental, que se centra en lo que él denomina “las epistemologías del sur” y en la articulación de la ciencia con otras formas de conocimiento en el marco de un diálogo de saberes. “La universidad no puede seguir con la idea de que es la única fuente de conocimiento, de tener la arrogancia de un conocimiento solo (…). Según los objetivos tenemos distintos conocimientos y esta diversidad epistemológica del mundo es lo más nuevo que tenemos que realizar en relación a 1918 y 1968”. De ahí su postura de que, para luchar contra el neoliberalismo, las instituciones de educación superior deben refundarse epistemológicamente: “El enemigo de la universidad no está solamente fuera, el enemigo está dentro de la universidad”.

“El neoliberalismo está siendo en este momento epistemológico, quiere decir que es una política sin alternativas. Y si no hay alternativas no hay política” expresó el intelectual en el estadio del Orfeo Superdomo. Fotografía: Lucía Maina Waisman.

Además, el sociólogo remarcó que es necesario rescatar el conocimiento que se encuentra no en las clases urbanas o medias sino en las clases empobrecidas, en las víctimas del colonialismo, el patriarcado, el racismo y la exclusión: “La universidad a lo largo de los siglos fue quien diseñó mejor la línea abismal entre la sociedad metropolitana y la sociedad colonial. Entonces, esta universidad tiene que refundarse para ser una universidad que denuncia esta línea, para poder realizar encuentros entre los que están excluidos y los que no lo son. Y para eso es necesario articular la resistencia anticapitalista (…). La población que es víctima de racismo, de violencia y femicidios no tiene derechos, para ellos no son sujetos de derechos humanos, son objetos de discursos de derechos humanos. La universidad tiene una responsabilidad enorme en este sentido”, advirtió.

Al mismo tiempo, reconoció que las clases populares han sido siempre despreciadas por la universidad, que contaban en cambio con el apoyo de las elites. Sin embargo, advirtió que actualmente esta situación se está modificando y el desafío hoy es generar confianza en “los de abajo”, ubicándolos como sujetos y no como objetos de conocimiento. “Tenemos que luchar contra las metodologías extractivistas, que no es solo la minería, nuestros sistemas y metodologías en ciencias sociales muchas veces son extractivistas también”.

Para avanzar en esta propuesta de transformación de las universidades, De Sousa Santos señaló que la extensión y la autonomía son medidas centrales en las que avanzar. “La extensión nunca ha sido tan importante como hoy, pero ha sido desviada por influencia del neoliberalismo para obtener fondos para la universidad”, dijo. Y advirtió que ésta debe ser una manera de investigar con las comunidades: “Necesitamos llegar a la extensión al revés, no llevar la universidad para afuera, sino traer el conocimiento popular adentro, el conocimiento de las comunidades”. Esto, agregó, debe permitir no solo un encuentro entre conocimiento académico y conocimiento popular, sino también un acercamiento y articulación entre diferentes movimientos sociales y sus diferentes conocimientos. En cuanto a la autonomía, destacó que es la capacidad de discutir autónomamente, desde el cuestionamiento y la contrahegemonía, y subrayó que “desde 1918 la autonomía nunca fue tan importante”.

Universidades indígenas y afrodescendientes se reunieron en el marco de la CRES para elaborar un documento, articular sus proyectos de educación y solicitar reconocimiento. Fotografía: Lucía Maina Waisman.

Finalmente, Boaventura de Sousa Santos concluyó que “para mantener su identidad como bien común la universidad tiene que transformar muchas de sus ideas del pasado. Entonces tiene que tener esta característica: ya no va a ser una universidad, va a ser una pluriversidad. Pero eso no es todo: el ataque del neoliberalismo es tan grande, que no estoy seguro de que eso no exija otro neologismo: la universidad tiene que pasar a la pluriversidad, pero para garantizar eso tiene que ser también una subversidad”.